Disclaimer: Los personajes de Candy Candy no me pertenecen, pertenecen a la novelista Kyoko Mizuki y/o Toe Animación…Esta historia y sus personajes son diferentes de la versión original del anime o la versión de la manga. Algunas de sus personalidades y características fueron tomadas pero con la variación de mi imaginación.

 

snow

Sakura Blossom in their hearts

Adair, Illinois

El invierno había llegado más temprano de lo normal, el otoño apenas terminaba cuando las temperaturas comenzaron a bajar. Cualquier desafortunado viajero se vería obligado a soportar las altas temperaturas gélidas y los vientos cortantes que azotaban en ese momento. Lamentablemente, Albert era uno de esos desafortunados viajeros, en ese momento él se arrepentía de no haber escuchado el consejo que le había dado George. Pero, nunca se imagino que tendría que caminar más de diez kilómetros a través de campo abierto. Sin embargo, la noticia dada por el director del hospital era una que no podía ignorar. El pequeño poblado que por demás era desolado se encontraba situado muy lejos de la estación del tren. No tuvo otra alternativa. No podía seguir esperando, quedaban pocas horas para que la luz del día desapareciera y la noche prometía ser fría.

Albert cubrio sus orejas y la mitad de su rostro tomando la bufanda blanca que rodeaba su cuello. Aquel frio que azotaba se colaba por sus huesos y sus vestimentas no eran realmente apropiadas para las temperaturas que en esos momentos experimentaba. Dejo caer su mochila deteniendo su paso. A lo lejos, finalmente pudo distinguir los techos del pequeño pueblo, unos que eran muy empinados; no cabía duda que habían sido diseñados para resistir las fuertes nevadas. Múltiples chimeneas brotaban humo mientras pocas personas transitaban por las estrechas calles que la adornaban.

Tenía que admitirlo: el paisaje en realidad era hermoso. Durante su viaje en tren había disfrutado ver los bosques envueltos en la niebla, estaba seguro que en la primavera aquellos lagos que pudo distinguir a lo lejos serian tan transparentes que podrían reflejar las altas y verdes montañas. Suspiro, cerrando sus ojos por un segundo y respirando aquel gélido aire. En su mente nuevamente aparecían un par de esmeraldas.

Candy. Se encontraba confundido con su decisión.

No entendía.

Después de anular su adopción tal y como ella lo había deseado prácticamente desapareció. Sin dudar. Sin mirar atrás. No debió de sorprenderse, él lo había sentido en su abrazo, había sido uno diferente; en el pudo sentir su despedida…Aunque nunca imagino sería una tan repentina.

Habían pasado varias semanas y no había escuchado palabra de ella. Así que decidió darle una sorpresa en su apartamento. Al final, el sorprendido fue él …al enterarse días después de su partida. De no haber sido por su insistencia y por su influencia, nunca hubiera encontrado el lugar donde se encontraba. ¿Por qué no le informó?… ¿Porque deseaba romper el lazo que los unía desde hace tantos años?…

Respiro hondo, comenzando a agilizar su paso. Caminando penosamente el último kilómetro que le quedaba.

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Candy terminaba de limpiar el lugar que sería temporalmente su hogar cuando comenzó a nevar. Pronto, todo a su alrededor seria prístino y blanco. Satisfecha, se detuvo frente a la chimenea: colocando adicionales pedazos de leña para avivar el fuego. En su mente, revivía aquel abrazo que le dio Albert, uno que sabia nunca olvidaría. Suspiro, pensando en lo infantil que había sido alejarse de esa manera. Sin embargo, los documentos que anulaban su adopción habían sido firmados y ella ya no era más un Andrew.

Necesita alejarse, necesitaba pensar en lo que haría de ahora en adelante.

Desde que Albert había regresado de sus viajes su mundo había cambiado. Sus conversaciones reducidas a meros minutos. Sus encuentros casuales y distantes debido a las obligaciones de casa uno. Pero, ¿que esperaba ella?… Ahora sabía a ciencia cierta que había malinterpretado cada una de sus cartas. Ilusionándose, pensando que Albert guardaba en su corazón los mismos sentimientos que ella. Dejo salir una bocana de aire; el alivio que sentía por haber tenido la suficiente sensatez de no confesar sus sentimientos era sin duda alguna lo único positivo de todo aquello. Su vergüenza y su dolor serían mayores si lo hubiera hecho. Al menos, esta vez… no fue tan torpe y mantuvo silencio. Curvo sus labios, prácticamente podía escuchar en su cabeza el seudónimo que usaba Mary Jane cada vez que se equivocaba.

Mary Jane, tenía que agradecerle su ayuda. Gracias a ella su petición fue aceptada, aunque fueran solo por un par de semanas; semanas que la ayudarían a pensar…semanas que servirían para planear un nuevo comienzo en su vida. Resignada. Decidida. Candy se sentó en la amplia silla comenzando a disfrutar del calor que le ofrecía aquella chimenea, cerrando sus ojos, dejando que el cansancio finalmente la invadiera.

Sin embargo, una hora después… El incesante toque a su puerta la obligó a abrir sus ojos. Perezosamente, Candy estiro sus brazos, levantándose de la silla donde se había quedado dormida. El fuego de la chimenea emanando calor en toda la habitación.

¿Quién podría ser?, se preguntó tan pronto desapareció la niebla en su mente.

Al abrir la puerta, pestañeo varias veces.

– ¿Albert? — Su nombre salió de sus labios en forma de un susurro sintiendo a la vez su garganta secarse.

Los ojos del rubio en ella. A su lado, su acompañante obviamente ignorada notaba el intercambio de miradas. Al principio, había sido un poco escéptica en creerle o no la historia dicha por la pequeña rubia. Pero, el joven que tenía en frente… debía de ser sin duda alguna: su esposo.

Continuara…

Muchas Gracias por leer….

Adair es parte de la Nueva Salem Township. La ciudad es servida por la Ruta de Chicago, Burlington y Quincy ferrocarril construida en 1913 y atraviesa la ciudad. Adair fue presentada en agosto 1870 bajo el nombre de Reedyville; aunque el nombre no ha sido cambiado oficialmente, la ubicación es conocida como Adair ya que ese nombre se le dio a la oficina de correos. Populación: 200 hasta el día de hoy….